El naturismo y exhibicionistamo como summun de libertad y vicio

"Si alguien se escandaliza por verme desnudo, el problema es suyo, no mío"

El naturismo y exhibicionismo como summum de libertad y vicio es la sensación que vive actualmente nuestro invitado de hoy en el vestuario. Se llama Nacho, publicista madrileño, escritor y autor de la novela Limbo, que viene a hablarnos de su relación cotidiana con el desnudo. Una relación que ha sido una evolución, con conclusión incluida, ya que ha descubierto que le gusta más compartir su cuerpo desnudo que le paguen por ello.


Según la red social en la que lo encuentres lo puedes hacer como Bichoraro, en su versión más light, o Bichosalido, "mi lado más guarro y atrevido". Se llama Nacho y, cuando pequeño, "era un niño inquieto, curioso, un poco gamberro… y siempre preguntaban por el bicho de Nacho". Y de ahí viene el nombre. A todo esto se suma que desde joven siempre ha tenido "un puntito exhibicionista".

Y es que, nos confiesa, "los espacios naturales, los baños y las duchas públicas siempre me han puesto un pelín cachondo". El naturismo, sin embargo, "lo descubrí hace unos 10 años cuando pisé por primera vez la playa de Rompeculos de Huelva. La sensación de libertad, poder ir en pelotas y sentirme cómodo y a gusto conmigo mismo, fue todo un descubrimiento". También tuvieron mucho que ver mis grandes amigos Pedro y Antonio, que fueron los Chicos del Verano 2019 y quienes me enseñaron muchas playas y rincones interesantes de la costa onubense para practicar el naturismo.

Así pues, "la afición por ambas actividades ha ido evolucionando y ahora mezclo la parte naturista con la exhibicionista, y eso ya es el summum de la libertad y el vicio". Y aquí también tiene que dar las gracias a Pistones Cachondos (Iñigo), "un buen amigo y fotógrafo, del que aprendí a perder el pudor y ponerme delante de su cámara para hacerme fotos de cualquier manera y pose. Ya os adelanto que tiene muy buen material guardado en su disco duro".


El desnudo, toda una evolución

Todo esto ha sido una evolución. Ya que nunca había hecho naturismo, ni se lo había planteado. De hecho, recuerda, "la primera vez que me puse en pelotas en la playa me tiré todo el día empalmado. Creo que no me he bañado tantas veces en mi vida para bajar la excitación, ya que era difícil no pensar en sexo cuando tenías tantas pollas y culos juntos". Pero, prosigue, "una vez que me relajé, comprendí que en el mundo naturista cada uno va a lo suyo, hay respeto y pasión por estar desnudo, y que eso no se va a convertir en una bacanal… o puede que sí, pero no es el objetivo del naturismo".

A Nacho no le preocupa en absoluto que lo puedan ver desnudo. "Pueden hacerlo en la playa, en mi casa, en las redes sociales… Hasta mi madre, que me sigue en Instagram, ha visto las fotos que me ha hecho Iñigo y le han parecido geniales". Incluso, recuerda, "en la presentación que hice de mi primera novela (Limbo), en La Casona de Castilnovo, utilicé una foto en pelotas y con arnés. Si alguien se escandaliza por verme desnudo, el problema es suyo, no mío".



A la hora de definir su desnudo dice que es "lo que llaman ahora una nutria, ya que tengo vello y llevo barba perfilada, pero no tanto como un oso. Soy delgado pero no llego a ser twink. Soy una mezcla de ambos. Mi cuerpo no está fibrado, pero digamos que tengo buena percha".

Por ello, cuando se mira desnudo delante de un espejo, "mi parte naturista ve músculos, vello, facciones, líneas de expresión, un pene, glúteos…". Pero, añade, "mi parte exhibicionista cogería el móvil, grabaría y haría fotos a su rabo, a su culo, a la paja que se haría, o a la follada contra el cristal, si surge, y lo compartiría en redes".

Su sexo lo presenta como un "pene de carne, entre 18 y 20 cm (dependiendo del día), grosor medio, venoso, ligeramente curvado a la izquierda y con un pequeño lunar en la punta". Confesando que cuando lo ven desnudo, la gente "me mira antes el rabo que la cara. No es que la tenga descomunal, pero llama la atención. Me gustaría que alguna vez me preguntaran por mi nombre o qué tal estoy".




La primera vez que vio chicos desnudos

Mirando al pasado, Nacho recuerda cuál fue el primer pene que vio. "Esto es de película porno, pero es verídico", nos advierte. Ya que, tenía 15 años y pasaba los veranos en su pueblo. "Un día mis amigos me llamaron para bañarnos en la presa del río. Me puse el bañador, cogí la toalla y mi bici y para allá que me fui. Cuando llego a la presa, me encuentro a todos mis amigos en pelotas. Yo nunca me había desnudado delante de nadie y, como dice el refrán,'donde fueres, haz lo que vieres', pues eso hice, me despeloté. Mi sorpresa fue que todos se quedaron mirando mi rabo, y claro, yo también miré sus… 'rabitos'. Y como tenían curiosidad por mi rabo, me pidieron hacer la siguiente competición: ¿quién tarda menos en correrse?, pero con la condición de que Nacho avise cuando se corra. Pues… de perdidos al río, ahí le empezamos a dar y… gané, vaya que si gané".

Cuando él ve a otros hombres desnudos, "a mí se me van los ojos al rabo y al culo, pero, si quitamos esas dos partes del cuerpo, me fijo en la anchura del cuello y los hombros, unas manos grandes y cuidadas, una buena espalda, un abdomen inferior marcado, unos pies bonitos, el tamaño de los pezones… Me gusta ser observador y detallista".

Y cuando hablamos del desnudo previo pago o onlyfans, la postura de Bichoraro o Bichosalido es que "se juntan tres factores: la crisis económica, el desarrollo de nuevas plataformas y la 'preocupación o despreocupación' por las políticas de privacidad de las redes sociales". Si nos referimos a las plataformas previo pago como JustForFans y Onlyfans, "éstas han dado al usuario la posibilidad de ganar dinero vendiendo contenido erótico o pornográfico. Lo que antes hacíamos gratis en Grindr, Twitter, Tumbler, Instagram… ahora te pagan por ello. Tanto si vendes tu cuerpo como si no, ambas opciones son totalmente lícitas, ya que cada uno muestra su cuerpo como quiere".

Nacho tuvo un perfil en Onlyfans y ganó algo de dinero, "pero al final me di cuenta que estás prostituyendo tu cuerpo, y con la competencia que ha surgido, las exigencias eran cada vez mayores, así que opté por mostrar mis desnudos de forma selectiva y gratuita y siempre buscando una reciprocidad. Me gusta más la idea de compartir un desnudo, que el que me paguen por ello".

Escribir desnudo

Cuando se queda desnudo en casa le gusta salir a la terraza "con una cervecita fresquita y escribir". El estar desnudo al sol, confiesa, "me abre la mente a próximos libros, historias y personajes, ya que así nació Limbo". Vale, añade, "no voy a negar que me pone cachondo estar desnudo y que varias veces al día me la casco… pero siempre prefiero divertirme en compañía". Y si sale de casa, en Madrid "me gusta desnudarme y exhibirme en las piscinas nudistas, el pantano de San Juan, en el gimnasio, la casa de algún amigo, un baño público…".

El desnudo de otro chico que más le ha impresionado en redes sociales fue el de su marido. "Él es muy reservado con su intimidad y con su imagen, pero cuando le vi en Instagram y Twitter publicando post de alto contenido sexual. Vamos, en pelota picada y con el rabo duro, me sorprendió gratamente. Creo que después de ver sus fotos eché uno de los mejores polvos de mi vida".

Y para terminar con un deseo, le gustaría ver desnudo al equipo completo de Madrid Titanes Club de Rugby, "pero bien sudados después de un partido, con todas las hormonas revolucionadas". Además de al modelo, actor y activista sordo estadounidense, Nyle DiMarco. "Ya me las apañaría para decirle con lenguaje de signos 'uy, se me ha caído el jabón'. Pero vamos, apostilla, "que no hago ascos a nadie, como dije al principio, desde pequeño soy muy curioso".




















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