El vestuario de David: Capítulo 2


Cojo la ropa de deporte, la meto en la bolsa y camino para el gimnasio. ¡Mi primer día!. Me hace ilusión y hasta me empiezo a poner morcillón por el camino pensando todo lo que se puede hacer en esas cabinas y en la sauna. Además, el primer día es importante: primeras miradas, primeros reconocimientos de cuerpo... Voy a ser carne fresca, así que no me he olvidado de coger mis slips más sexys.


Llego y, de primeras, el instructor que me enseña las instalaciones es bastante mono. Ojalá sea gay, jejeje. Entro al vestuario a dejar la bolsa y a cambiarme, y empiezo a notar ciertas miradas. Eso me excita. Me gusta sentirme observado y que me disfruten.

Me empiezo a quitar la ropa despacio hasta que me quedo en slip. Me doy la vuelta para desatarme los zapatos y enfrente un chico sentado con la toalla recién salido de la ducha que no para de mirar. No se ha movido desde que he entrado y me empieza a subir el calor. 
Es guapo, con torso definido y lleno de tatuajes, pero no me puedo entretener porque el instructor me está esperando fuera. Aún así le voy a hacer una señal para otro día

Me pongo de pie y me quito el slip. Me sigue mirando. Claramente le molo. Mira para los lados y se empieza a sobar el bulto que asoma debajo de su toalla y que cada vez es más grande. Me doy la vuelta y me empiezo a vestir. ¡Menos mal que no le he seguido el rollo porque justo ha llegado uno que se ha puesto a mi lado y ya se me estaba poniendo morcillona!

Así que termino de vestirme, cojo la botella de agua y los cascos y me voy para la sala de máquinas, disimulando que la tenía como una piedra. Eso sí, antes de salir, le vuelvo a mirar. Ahí sigue, en la misma posición mirando el móvil. Me mira, le guiño el ojo y salgo. ¡Pues sí que ha empezado bien esto!,  pero tengo que tantear primero el terreno. Encima, el instructor enseñándome las máquinas y con sus músculos no me deja concentrarme.

- Perdona, necesito volver al baño_ le digo.

Ilustración de SmellsLikeQuarentine.

¡Vaya excusa más mala!. Necesitaba ver si el de los tatuajes seguía o se había marchado. Entro de nuevo al vestuario pero no lo veo. Nada, se habrá marchado con otro. Entonces voy a mear a ver si se me baja el calentón. Los inodoros están al lado de las duchas y la sauna, apartados del resto del vestuario con cierta privacidad. 

Me pongo a mear, aunque me cuesta por lo empalmado que estoy. De repente, noto que la puerta de la sauna se abre detrás de mi y alguien se acerca. Me tocan el culo, le miro y era él.¿Me estaba esperando? Comprueba que estamos solos y me agarra el rabo y lo empieza a pajear. ¡Buua... qué bueno!

- Pensaba que te habías ido_ le dije en voz baja.

Me mira a los ojos con cara de placer. Se muerde los labios como el que se muere por comerla pero le digo que no, que mejor una paja rápida. Le hago una señal para que me pajee más rápido, porque quiero soltar leche antes de que llegue alguien. Además, el instructor me está esperando en la sala. 

Sin hablar, se toca sus tripa para decirme que se la eche ahí. Me giro y le suelto una buena lefada que empieza a caerle por la pierna. Tiro de la cadena, me subo el pantalón y vuelvo con el monitor. Y a él lo dejo en el vestuario sin decirle ni gracias.

Después del entreno vuelvo a los vestuarios, abro la taquilla y veo un papel. “Soy Pedro, llamamé”. Me ha dejado su número de teléfono pero yo no sé si empezar ya con un follamigo en el gimnasio o seguir buscando nuevas opciones y sin compromiso.

Relato de La caja de leche.


O escucharlo en nuestro canal de Youtube.

Comentarios

Lo más visto