El Vestuario de David. Capítulo 5


Termino de secarme el cuerpo y saco la ropa de la bolsa. Pues nada, sin calzoncillos para casa. 

Me subo el vaquero con cuidado de no pillármela, ni los pelos. ¡Vaya bulto que me marcan! Alguno se me ha quedado mirando pero, bueno, ¡que lo disfrute!. Recojo todo y salgo del gym con el rabo y los huevos que se mueven para todos los lados. Más de uno se fija en el camino y eso me pone bastante cachondo.

Al día siguiente vuelvo al gym. Antes de salir de casa, reviso que no me haya dejado los slips otra vez. Llego a la sala de máquinas y ahí está de nuevo el monitor, pero esta vez haciendo ejercicio con una camiseta de tirantes aún más pequeña que se le salen los pezones por los costados y unos pantalones cortos que le hacen un culazo y le marcan el slip que lleva. Está sudadísimo de la paliza que se está metiendo a hacer dominadas. Me saluda y sigue con sus cascos escuchando música. Yo me pongo en unas máquinas enfrente para poder disimular y contemplarle. ¡Qué buen espectáculo!

Después de un rato haciendo ejercicio veo que se va para el vestuario. Espero cinco minutos y voy yo también. Me acerco a la taquilla y me lo cruzo con la toalla envuelta en la cintura. Casualidad que tiene las cosas cerca de las mías. Echo un vistazo y parece que no hay nadie más en el vestuario. Pero es muy arriesgado ir a la sauna o las duchas porque no parece que le molen los tíos. De repente miro para su bolsa y se la ha dejado abierta y dentro del pantalón se asoman unos slip grises Abanderado. Los cojo con cuidado y tienen manchones más oscuros de sudor. Se me empieza a poner morcillona y a notarse sobre el pantalón. 



Me encantan los olores fuertes, me ponen muy cachondo y, encima, saber que ha estado hace nada en su entrepiernas, aún más. Me los acerco a la cara y antes de pegarlos a la nariz ya empiezo a oler un sudor fuerte. Los hago una bola y me los pego a mis fosas nasales. Los huelo profundamente mientras me acaricio mi rabo empalmado por encima del pantalón. Me imagino que los lleva puesto y yo se los huelo mientras me pega la cabeza contra la entrepiernas. Incluso hasta le saco algún olor a pis de alguna que otra gota que se le haya quedado seca después de mear.

Me siento en el banco y con cuidado me la saco y me empiezo a pajear. Sigo escuchando la ducha así que puedo disfrutar un rato más. De repente otro olor fuerte me llega a la nariz. Son las zapatillas que están debajo del banco. Cojo una, con el calcetín dentro y me la acerco a la cara. ¡Qué placer! Me la restriego por la cara e incluso le paso la lengua. La tengo como una piedra y a punto de reventar. Me la restriego por la polla y la entrepiernas, mientras sigo oliendo el slip gris. Me tengo que correr rápido antes de que vuelva de la ducha. De repente cortó el agua. Dejé la zapatilla en su sitio y me puse de pie para disimular, aunque el bulto en el pantalón era difícil. El sonido de unas chanclas acercándose y yo con el slip aún en la mano. 

¿Qué hago: se lo vuelvo a dejar en la bolsa o me lo llevo a casa?


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