Repasamos la historia de la ropa interior masculina, mientras disfrutamos con nuestros chicos del vestuario en calzoncillos.
A la hora de hablar de ropa interior masculiba, el término calzoncillos es, sin duda, el más empleado, además de que es el que se utiliza en un contexto más formal, ya que, de forma coloquialm se puede hablar de gayumbos, por poner un ejemplo. Mientras que en latinoamérica se emplean otros términos como calzón, trusa o bombacho. Da igual cómo lo llamen, la cuestión es que es una de las prendas favoritas en nuestro vestuario y no hay nada que nos guste más que en un hombre en paños menores.
Si hiciéramos un viaje al pasado para conocer el origen de la ropa interior tendríamos que remontarnos a la figura del rey Tutankamon, del que se asegura que fue enterrado con 145 piezas de ropa interior, que son los que han inspirado los calzoncillos y bóxers modernos.
Eso sí, a lo largo de de los tiempos y las civilizaciones, cubrir las partes íntimas del hombre se convirtió en una prioridad. Por ello, los antiguos egipcios tenían schenti, los romanos llevaban subligaculum y el mundo medieval adoptó braies y chausses antes de la introducción de la coquilla durante el Renacimiento.
La forma más antigua de ropa interior era el taparrabos, en la prehistoria, confeccionados con tiras de tela que se metían entre las piernas y se sujetaban a la cintura.
Fue en sl siglo XIX cuando una especie de pantalones se convirtieron en un complemento práctico, ya que mantenían limpias las prendas exteriores al absorber la suciedad y el sudor. En esta época también se introdujeron los trajes de unión, predecesores de los calzoncillos largos y los monos.
Los primeros jockstraps se introdujeron en 1874 y los suspensorios ofrecieron un apoyo adicional a los ciclistas para pedalear pos las calles. La ropa interior y los artículos deportivos siguieron de la mano a principios del siglo XX, cuando Jacob Golomb y sus bañadores de cintura elástica y sus calzones de boxeo. Esta innovación dio origen a los calzones de boxeo como ropa interior y que actualmente se conoce como boxers.
A principios del siglo XX, también se desarrollaron los slips, que fueron más populares que los boxers. Fue en 1928 cuando el ingeniero de ropa Arthur Kneibler introdujo unos calzoncillos inspirados en los suspensorios, con la denominación de jockey, y que fueron un éxito inmediato cuando se pusieron a la venta en 1935.
En la década de 1980 y 1990, la pregunta que estaba en la calle era si slip o bóxer. Sin embargo, pronto surgió una nueva opción, los bóxers ajustados, que son como un híbrido de los otros dos. ¿A quién se atribuye? Pues a un diseñador del firma Calvin Klein de nombre John Varvatos, aunque hay dudas sobre si fue la primera persona a la que se le ocurrió la idea.
Sería en el año 1992, en una campaña publicitaria de esta firma, cuando se popularizó gracias a la campaña que protagonizó el rapero convertido en actor Mark Wahlberg. Y es que los explícitos anuncios, realizados por el fotógrafo Herb Ritz avivaron la polémica y relanzaron a esta marca.
Pero si hay una marca de ropa interior española que es todo un referente y que creó un estilo propio de ropa interior para hombres, esa es, sin duda, Abanderado. Nació como marca en 1963 en Mataró y en 1969 se centró en vestir el interior de los hombres, tras varios años creando también ropa interior para mujeres y niñas.
Fue en la década de los 70 cuando dio el gran salto al ser la primera marca de interiores para hombre que se atrevió a hacer publicidad en televisión, apostando por propuestas frescas. Uno de sus eslóganes más famosos y que son un reflejo de la realidad de esa época e, incluso, me atrevería a decir, de la actual: “Los hombres usan Abanderado porque las mujeres compran Abanderado”. Un auéntico reflejo de la realidad, ya que es la mujer la encargada e comprar la ropa interior de los hombres de la familia.
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