Con los dildos de Boyberry no se juega

 

Crítica de la segunda parte de la escena porno La Casa de Cartón.

Cuando media España, y la otra también, se entretiene viendo el final definitivo de la exitosa serie de televisión La casa de papel, El Acomodador ha aprovechado el puente de diciembre para ver el desenlace de su versión porno, La casa de cartón. Una producción en dos partes sobre el más importante atraco organizado para hacerse con el mayor arsenal posible de dildos de un conocido local de sexo de Barcelona.


Tres meses después del estreno de la primera parte, este puente de diciembre se estrena en las plataformas de fans de sus protagonistas la segunda parte, el desenlace, de La casa de cartón. Una idea de Viciousmen con la que ha querido narrar la operación puesta en marcha por un grupo de delincuentes organizados para hacerse con todos los dildos de un conocido local de Barcelona, Boyberry. 

Tenemos que echar un poco la vista atrás para recordar dónde se había quedado la acción. Si no os falla la memoria, los atracadores entraron en el local y sometieron a los dependientes para que les confesaran dónde guardaban el arsenal de dildos que venían buscando. No debió de surtir mucho efecto el sometimiento porque los dos chicos no soltaron prendas, mientras los atracadores se turnaban para follárselos hasta que la policía hizo entrada en el local.

Ahí es donde empieza esta segunda parte que, podríamos resumir, se reduce a una gran orgía final de atracadores, dependientes y fuerzas de seguridad.  Un todos contra todos que se convierte en gran caos de cuerpos desnudos encerrados en un pequeño espacio de la zona de cabinas del local, en el que, a veces, cuesta seguir la acción. Ya he dicho en alguna ocasión, pero no me importa recordarlo, que dirigir una buena orgía de tíos es como montar una coreografía de danza en la que todos los pasos de bailes deben estar bien hilados para que podamos disfrutar de la pieza completa. Quizás en esta segunda parte de La casa de cartón falla esa mano directora que ponga un poco de orden y concierto entre los 11 actores que protagonizan la acción.

Aunque, a falta de dirección, hay dos actores que, en determinados momentos, desempeñan un buen papel de mando para que entendamos lo que está pasando y no perdamos el hilo. Me estoy refiriendo a Viktor Rom y Pablo Bravo, dos profesionales del porno, con una amplia trayectoria, que saben muy bien lo que se hacen.  




El primero, Viktor, le da un poco de sentido a esa orgía final, aclarando en algunas de sus intervenciones verbales que la policía ha irrumpido en el local para castigar a los malhechores y por eso se los follan a todos, mientras los dos dependientes se quedan mirando, en un principio, desde el rincón. "Bienvenidos al infierno", les dice, o "con los dildos de Boyberry no se juega". Maravilloso, como siempre.

Fue algo que me faltó en la primera parte, entender que cuando los atracadores se follaron a los dependientes lo hacían como señal de presión o sometimiento para que hablasen. Por eso, manifesté en aquel momento que me había faltado, jugando con la temática de la escena, que se hubiese recurrido a los dildos para obligarles a hablar y conseguir el tan ansiado botín.

El segundo, Pablo, toma el mando en el momento final de la escena, las corridas, cuando decide dirigir la acción en la que Nicholas Bardem y Jorge Sainz se corren en la cara de Roxas. Es una breve intervención, indicando a este último lo que tiene que hacer en ese instante, pero también muy acertada.




Técnicamente, la cámara o cámaras, desconozco el número de equipos empleados parece que graban desde un punto fijo, haciendo uso del zoom, ante la imposibilidad de meterse mucho entre tanta gente en un espacio tan reducido. La música ambiente a veces sobraba o distraía, aunque sé que es el típico hilo musical que se suele usar en este tipo de locales. Y no sé si es una apreciación personal, pero me parecía que la imagen estaba muy saturada y los actores enrojecidos, y no me refiero solo a Roxas que debió de torrarse al sol el día antes de la grabación, sino al resto.

Si tuviera que destacar a algún actor entre tanto marasmo de cuerpos folladores y follados, me quedo, además de con las grandes estrellas, Viktor Rom y Pablo Bravo, con el papel de Roc Barcelona, que va de menos a más en esta segunda parte. Podríamos decir que es el mejor pasivo de La casa de cartón 2, después de verlo como se lo folla Viktor, que, incluso, le llega a meter la mano, mientras Charlie Cherry le da polla en la boca, antes de follárselo él también, al igual que hace Pablo Bravo. Por cierto, proclamo en este momento a Charlie como el guapo oficial de esta escena, me ha enamorado.

Y en el lado contrario, el de los actores que han pasado más desapercibido en este corto, casi invisibles, tenemos que nombrar a Salva Expósito, a pesar de su buen hacer en la primera parte, y a Ronald Ríos. Apenas podría recordar lo que hacen en este entramado final, escondidos la mayoría de los  más de 20 minutos de acción en el fondo de la sala. Espacio en el que también se movió Nicholas Bardem, pero con mejor acierto, sobre todo por poder ver como Roxas le echaba toda su leche en la cara. Este hombre, además de un sex symbol del porno, vale para todo, como los buenos profesionales, y eso se agradece.

Muy acertado, por parte de Viciousmen, director, productor y editor de la escena, el aprovechar el momento de las corridas al final para ir presentando a todos los actores que han formado parte de esta aventura. Destacando, además, los créditos finales, en los que se vuelve a recordar a todo el elenco artístico, intercalando imágenes del rodaje.

  • Lo mejor: El reto de hacer coincidir a 11 actores, la mayoría conocidos, en una escena.
  • Una pega: El desorden que prima en ciertos momentos de la orgía.
  • Una curiosidad: La casa de cartón se presenta como la versión porno gay de La casa de papel.
  • Puntuación★★★★☆


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